lunes, 28 de julio de 2008

La reforma religiosa


Durante el siglo XVI, varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la Europa Occidental, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad. A este movimiento religioso se le llamará posteriormente Reforma Protestante, por ser un intento de reformar la Iglesia Cristiana buscando la revitalización del cristianismo primitivo y que fue apoyado políticamente por un importante grupo de príncipes y monarcas que "protestaron" contra una decisión de su emperador. Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote católico agustino Martín Lutero, que revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia Católica medieval, que permitía y justificaba exageraciones como la "venta de indulgencias", según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente, y no vendido.
La Reforma Protestante dependió del apoyo de algunas autoridades civiles para poder reformar iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los grandes exponentes de la Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.
El Protestantismo ha llegado a constituir la tercera gran rama del cristianismo, con un grupo de fieles que actualmente supera los quinientos millones y que se expande rápidamente en América Latina, Asia y África.Comenzó con la difusión en la isla de los primeros escritos de Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y otros reformadores continentales. Además, la tradición de John Wyclif, reformador medieval, probablemente aún ejercía influjo en ciertos sectores de la Iglesia de Inglaterra.
Enrique VIII ascendió al trono de Inglaterra siendo muy joven y al principio no se interesó por los problemas de gobierno, que dejó en manos de su favorito, el cardenal Thomas Wolsey, a quién nombró canciller de Inglaterra. Enrique VIII siempre fue un católico convencido, y un ardiente partidario de la primacía de Roma sobre la cristiandad, por ello fue declarado "Defensor de la Fe" (Fidei Defensor) por el Papa León X tras publicar "La Defensa de los Siete Sacramentos" (1521), donde argumentaba con vehemencia a favor de las prerrogativas del papado. Por ello resulta curioso el hecho de que la Iglesia de Inglaterra se haya separado de la Iglesia Católica a mediados del siglo XVI, no por aceptar o compartir las ideas reformadoras de Lutero u otros protestantes, sino que por iniciativa del rey Enrique VIII.
Enrique VIII se opuso sin embargo a la reforma de la Iglesia de Inglaterra tras decretar el Acta de supremacía en 1534, por la que el mismo rey se convertía en jefe de la Iglesia de Inglaterra, no se realizó ninguna modificación doctrinal o litúrgica sustantiva bajo su gobierno, solo se prohibió a obispos y sacerdotes ingleses tener relación con la Curia Romana y se expropiaron los bienes excedentes de la Iglesia Católica en beneficio de la Corona Real.
Al sucederle su hijo Eduardo con el nombre de Eduardo VI, con apenas 9 años de edad, se produjeron los primeros avances efectivos de la reforma de la Iglesia de Inglaterra, pues se redactó el primer Libro de Oración Común, que introdujo, gracias al trabajo del Arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, ciertos cambios menores en la doctrina y sobre todo en la forma de celebrar la misa. Este libro fue la primera expresión concreta de la reforma de la Iglesia de Inglaterra.
En 1553, Eduardo VI muere a la edad de 15 años, dejando como sucesora a Jane Grey (coronada el 10 de julio de 1553), quien gobernó solo unos días. Se produjo una breve guerra de sucesión hasta que se impuso como reina (con el apoyo de la mayoría) María I de Inglaterra, quien rápidamente abrogó las reformas religiosas introducidas durante el reinado de Eduardo VI y sometió nuevamente a obediencia papal a la Iglesia de Inglaterra, en noviembre de 1554.
Restablecido el catolicismo, el Acta de Supremacía y el Libro de Oración Común fueron suprimidos y se nombraron nuevos obispos, se persiguió a los partidarios de la independencia de la Iglesia de Inglaterra (ya conocidos como anglicanos) y algunos de ellos acabaron en la hoguera (no todos eran favorables a la reforma religiosa).
María murió en 1558 a los 42 años de edad y sin hijos, por lo que su media hermana, Isabel I de Inglaterra fue proclamada reina. Isabel asumió el trono de Inglaterra tratando de mantener la unidad nacional por sobre las diferencias religiosas, por lo que no mostró inicial apoyo a ninguno de los bandos en disputa (protestantes y católicos), sin embargo, la política internacional y especialmente las conspiraciones y rebeliones, la hicieron dar cada vez más apoyo al bando protestante.
Isabel restauró el Acta de Supremacía, por lo que los obispos partidarios de la supremacía católica fueron depuestos y sustituidos, proclamó luego el Acta de Uniformidad que obligaba a todas las parroquias de la Iglesia de Inglaterra a utilizar el Libro de Oración Común (con aquellos pequeños cambios introducidos por Cranmer) con su texto en inglés y no en latín. Todo ello dio espacio para la difusión de las ideas de la Reforma Protestante en Inglaterra, no obstante la moderación que en general siguió teniendo la Iglesia de Inglaterra al conservar casi intacta su tradición medieval.
Isabel I persiguió cruelmente a los católicos durante su reinado.

No hay comentarios: